Las manos invisibles se rebelan ahora: No a las calles, las aceras.
Dejad que se queden sin la escarcha pero con tu eco.
Sobre los hombres que habitan sin nadie, con miel y palabras que diría Alberti, hay demasiados escritos, demasiados versos derramados.
Yo los he visto guarecerse sobre los escombros de una vida, sobre esta mirada que retuerce las horas para no dar ventaja.
Y a pesar de ello,acabo por preguntarme qué ecuación es la que me relaciona con esta tierra donde ya no espera nadie. No me encuentras y no te busco.
Parece, simplemente, que arrastremos dentro una civilización invisible para el mundo.
Imagen: Barbara Kruger
miércoles, noviembre 11, 2009
La flor congelada
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 Mordiscos:
Publicar un comentario