Cuestión de cabeza

Hoy el cielo se ha puesto gris y en el café se echan un pulso cigarrillos y periódicos.
Tengo la impresión de haber pasado la noche fuera, a un palmo del suelo, o comiendo pipas como cuando nos sentábamos en aquella Plaza del Trigo para ver pasar a los chicos.

Pensabas que los que desertan de la vida viven en desiertos.
No tienes que mirar desde lejos con tus prismáticos de hábito marrón, puedes verlo, escucharlo todo desde cerca, apoyando la cabeza sobre el centro mismo de las cosas.

Cambiar para que no cambie nada, no entender que un tornillo construirá un puente, unas manos que sostienen el querer o un empeño.

Debe ser a elección.


Elephant gun de Beirut


Foto: Philippe Halsman

Cosas del ayer

La bola de Cristal

Maniatados

Entre las costuras de tus manos el azar anda envuelto en una capa, en ella se pierden y encuentran los objetos.

El espacio, en los dedos del azar, se enrosca, se expande y contrae.

Para los sueños encuentras las llaves.

Para la realidad, intervalos de cifras y letras que se entrelazan imperfectas como cicatrices en una piel curtida al sol.


El sitio de mi recreo. Antonio Vega


Foto: Cuerpos, Jan Saudek

El Diario de la mañana

Dice el periódico que nos enamoramos de una ciudad por la misma razón arbitraria por la que nos enamoramos de una persona.
Nos seduce lo que vemos, lo que entrevemos y sobre todo lo que imaginamos. No las amamos por su belleza, son bellas porque las amamos.

Se me aparecen , entonces, unos cuantos pensamientos descolgados como imágenes en un caleidoscopio, sublimados, quizás, por el candor de la mañana, el sueño atrasado y el café con sabor a humaredas.

En este juego de espejos me entretengo con la simetría de la cavidad de las ropas enfaldadas, preguntándome si el muchacho de los brazos hermosos, esos que se asemejan tanto al David de Miguel Ángel por largos y fibrosos, con las venas tan marcadas que parezca que esté a punto de envainar la honda que dé muerte al Goliat de la mitología, es bello por un azar de la conveniencia.

Y ya no importa que nos hayamos quedado a oscuras, que la luminosa desproporción nos inunde las venas.


Electricistas. Fangoria

Fotografía de Tina Modotti