Volvíamos a casa temprano – para lo que podía haber sido- y los cigarrillos pasaban de mano en mano.
En los requisitos para una nochevieja inolvidable el requerimiento general no es otro que el de un aguante sin tregua, pero la madrugada había podido con nosotros y por eso ahora aumentábamos el ritmo de nuestras huellas hacia casa.
Revoloteaban en el ambiente nuestras risas, los temas habituales, nuestros amigos y los escollos diarios , la complicidad en una casa con una música que nos era común.
Yo pensaba que quizás eso fuera la madurez.
El caso es que la noche, entre copa y copa, descomponía los muros como las piezas de un dominó colocados en hilera.
En los requisitos para una nochevieja inolvidable el requerimiento general no es otro que el de un aguante sin tregua, pero la madrugada había podido con nosotros y por eso ahora aumentábamos el ritmo de nuestras huellas hacia casa.
Revoloteaban en el ambiente nuestras risas, los temas habituales, nuestros amigos y los escollos diarios , la complicidad en una casa con una música que nos era común.
Yo pensaba que quizás eso fuera la madurez.
El caso es que la noche, entre copa y copa, descomponía los muros como las piezas de un dominó colocados en hilera.
En medio del caos de gente, tu comentario era que te fallaban las piernas, que renunciabas y dejarías las fuerzas para una ocasión mejor.
Y yo me quedaba con la soledad compartida ,el paseo marítimo y las ofrendas al mar, a Iemanyá, con margaritas bajo el gabán.
La NüBe
1 Mordiscos:
Me gusta que la gente tenga nocheviejas diferentes y la tuya me ha hipnotizado un poquito (y dado algo de envidia, para qué engañarnos! jaja)
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