Curiosidades

La crítica a la restauración contemporánea de James Beck ha dejado paso a la máxima expresión de frivolidad, y no mentiré si confieso que ya era necesario un poco de insustancial conversación, de aliñar la cotidianidad con la ligeraza propia de la inconstancia.


Hoy estoy harta de asambleas, sesudos escritos contra la autoridad, políticos y corruptelas, juicios y murmuraciones.
Y me detengo en las frases enredadas que mi colega Manolo y yo desparramábamos a golpe de bostezo en pleno atasco en la autopista.


Despertábamos con el jolgorio radiofónico de alguna tertulia improductiva de la mañana y fue ésta precisamente la que nos acercó a las típicas conversaciones de cafetería o de biblioteca en hora punta.

Laura Pausini se desgañitaba como telón de fondo de nuestras particularidades y Manolo confesaba estoicamente su atracción por esta italiana huesuda y alegre.
No negaré mi sorpresa ante tal arrebato, me temo que nunca he conocido quien crea que Laura Pausini es uno de sus mitos eróticos. Qué se yo, se me ocurren una cantidad considerable de damas capaces de enajenar la mente y entrepierna de cualquiera antes que esta cantante de dudoso gusto y estupendo ánimo, desde la rubia Brigitte Bardot para los nostálgicos de las flores, pasando por las más clásicas bellezas hollywoodenses, hasta la nueva estrella erótica llamada Scarlett Johansson.


Como siempre ocurre en estos casos, la efusividad de las querencias se extendió como la pólvora al llegar al taller y las muchachas -y yo misma- sacamos de paseo nuestros más ilusionantes deleites, llegando a la conclusión que a las veinte añeras nos ponen los puretas.
Uno tras otro, el estrépito de babas y latidos se materializaban sobre nombres como Benicio del Toro, Jeremy Irons, George Clooney , Sean Connery .





Manolo, no me atrevería a dar una causa si la controversia o la convicción, alegaba ante tal despliegue de inserso y testosterona, que en realidad lo que anhelábamos no era más que la ilusión de la estabilidad y la protección que proporciona un hombre maduro.
Y yo, que soy susceptible a cualquier tipo de trampa masculina que me huela a topicazo, le recriminaba amargamente, que simplemente disfrutamos más con un morboso gesto que con unos abdominales de vértigo...aunque ahora que lo escribo, quizás rebatiría mi propio argumento, quien se resistiría a un culo prieto?

Pero no, definitivamente, donde se ponga Benicio que se quiten los Bratt Pis...


Curiosidades de la cultura erótica...






La Nübe