miércoles, agosto 23, 2006

Tengo que aprender

Mi hermano Pablo siempre me dice que tengo que aprender, que soy demasiado ingenua.
A lo mejor tiene razón.

A menudo he pasado por encima de ciertos comentarios, porque como buen hermano mayor, tiene una tendencia congénita , por otra parte común a todos los hombres de mi familia, a superprotegerme.
Para ejemplo la primera vez que fui con Pablo a la hermosa playa del Silencio. Se pasó todo el camino desde el coche hasta el último rincón de la orilla ,en la que al fin conseguí colocar la toalla, pegado a mí ,retransmitiéndome cada pequeño escollo que se encontraba en el camino para que no cometiese el error de caer o tropezarme. No os relataré cómo es pasar una noche de borrachera y ligoteo, porque sencillamente es insufrible, divertido, pero imposible de acometer ningún tipo de fechoría con el sexo opuesto, es incorregible.
Quizás un día de estos me arme de paciencia y le dedique un monográfico a este pedazo de hombre y de hermano.

Pero hoy no es lo que me entretiene las neuronas, no es más que una excusa para reiterarme en mi cabreo con el mundo, quizás conmigo misma, por no ser más decidida, más astuta.

El caso es que hoy estoy cansada de lo que me rodea.
La playa fue un horror, la arena se metía por los ojos y mis manos no dejaban de enharinarse. Mal por el viento.
La comida fue terrible, todos se fueron en cuanto terminamos el vino y me quedé sentada, mirando el techo, como el tonto Simón, pensando en otra persona y soñando con que quizás me recuerdes de vez en cuando. Mal por la lasagna y el café en frío. No me gusta comer sola.
Con el atardecer llegó el cine: Días azules. Mal por el cine, mal por la película, mal por la historia, mal para el amor. Nada se salvaba, tres chicos pijos , con más fiestas que cerebro, gafas de sol y desencuentros mal relatados. Final feliz para acabar de arrancarme las entrañas.
Con la noche, las cervezas ya me sabían a amargura. Ni siqueira lo amigos derrumbaron el muro. Prayers for rain.
Mal con el mundo.

Y ahora pienso en ti y que ,entonces, sólo deseaba un momento de paz, un rincón seguro en el que esconderme y confiar.
De nuevo tendré que aprender: no bajar la guardia, no entretenerme en tus ojos, no esperar que te gustase, después de todo creí que me hablarías con algo más que monosílabos y un poco más de alegría.

Quizás sea mi ánimo el que vive mal con lo ajeno, quizás el candor no sea la senda, quizás me equivoqué y no valga nada la risa.
Mal por mí, mal para la esperanza.


La NüBe

2 Mordiscos:

Anónimo dijo...

Hey, gordita, no te enfades.
A veces piensas más rápido de lo que dejan ver tus ojos. Acuérdate de mis tropiezos.
¿No me dirás quien es el que te quita el sueño?

tomatita dijo...

Tranquilo, flaco, tú ya no, bueno, sólo a veces pero porque eres un loco.
¿qué tal la mudanza?
Que sepas que brindaré por esta distancia, ja!!.