Hay preguntas que son como la escurridiza zapatilla que desaparece cuando tienes prisa, como el picor en las rodillas cuando acabas de pintarte las uñas.
Brotan en el peor momento, en esas horas en las que no tienes tiempo para nada picajoso o irritante.
Pero acabo cediendo siempre, hostigada por esa muela granítica de los interrogantes, y entregada a la posibilidad de encontrar el broche que separe estas hileras dentadas que me discurren para convertirme en una inmensa cremallera abierta.
Foto: Irvin Penn
jueves, abril 24, 2008
Incógnitas
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1 Mordiscos:
hay preguntas inoportunas, irritantes, pero ante el ardor de preguntar, el arte de no contestar, aunque se encallen doscientas cremalleras.
un beso.
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