jueves, agosto 31, 2006

Gorda





Qué puedo decir, me jodieron.
Hoy me llamaron gorda.
En realidad, me llamaron gorda con la clara intención de insultarme.

Y sí, soy gorda, tengo abundantes y rollizas lorzas, vivo rodeada de generosas carnes, excedo el grosor habitual de esas lindas muchachitas que me rodean.
Y sí, me encanta comer, adoro los potajes, las lentejas, el chocolate...
Me gusta comer.

Soy gorda. Y no me importa.
Miento, sin duda alguna, sí me importa.
Me importa cuando tengo que pagar más que cualquier estrecha por una camiseta o cuando una frígida dependienta de Emidio Tucci me mira mal por respirar dentro de su tienda, me importa cuando retiran mi curriculum porque no doy la talla, sí , verdaderamente me importa.
Pero ,como hoy estoy de buen humor , no soy ninguna Cristina Almeida y ,por suerte, jamás venderé ropa en el Corte Inglés, no daré una charla sobre lo políticamente correcto, lo asqueroso de la tiranía estética, porque ,además de ser tremendamente molesto y cansino, me acusarían de reprimida - o malfollada, en su caso- y feminista - quemasujetadores- . Y , hombre, gorda sí, pero estúpida, nunca.

El caso es que hoy he pasado el día con un tío estupendo, al que mis amigas y yo apodamos “el bollo suizo”, evidentemente por su extrema belleza y su ascendencia gallego-suiza, y al que conocí gracias a una encerrona materna. Algo así como una especie de cita a ciegas cuando todavía éramos muy jóvenes y él un tímido muchacho con problemas idiomáticos y sin ninguna compañía que lo sacara de las faldas de su tía, ya anciana, y el olor a naftalina y lavanda de una remota casa de aldea.

Aquella estrafalaria coincidencia, nos convirtió, no sin escollos, en un par de buenos amigos con un montón de kilómetros para robarnos el placer de la buena mesa y los cafés con pitillos del día a día, pero que no ha imposibilitado las visitas relámpago para callejear y cotillear como dos viejas brujas sobre esos meses en la distancia, sin la frialdad de palabras vía mail.

Como el reloj y las prisas no estaban en nuestro calendario, pasamos todo el día y hasta hace escasos minutos, de barra en barra. Cuando las cervezas, el vino y los chupitos comenzaron a ponernos en lo peor de la tontería amistosa, el Savoy ya era nuestro hogar.
Y como los años ya me han hecho callo, la frustración tiende a no importunarme en su presencia, a pesar de que todas las miradas se pierdan entre los cabellos dorados de mi acompañante. Lo fatídico llegó, cuando en plena exaltación de afectos, una rubia teñida gritó a sus amigas “qué se creerá la gorda” .

Cierto es que no conocía a la pija, que nunca hablaré con ella, que no compartiremos probador ni cervezas, pero qué puedo decir, me jodió la noche y algunas risas, sólo un pequeño instante, un momento fugaz....

6 Mordiscos:

Anónimo dijo...

lo que hace la envidia y la incultura,

Anónimo dijo...

Gracias mi niña..
Qué haría yo son ti!!!

Y gracias por ayudarme en esta inoperancia e incomunicación con los electrodomésticos...
Mua

Anónimo dijo...

Hey, gordita, no te agobies.
Todop el mundo tendría que saber que tú enganchas.
Además, si falta el rubio, aquí tienes este flaquito.

tomatita dijo...

No me agobio, flaco, sólo fue uno de esos arranques de mala baba , que por otro lado , tan bien conoces..
Qué cívicos somos, no doy crédito!!!
Besos, mi niño.

CC dijo...

Hola Tomatita: Me gustó mucho lo que escribiste. Qué facilidad tenés para jugar con las palabras y mostrar tanta poesía y a la vez tanta realidad a través de ella. No puedo agregar mucho más. Dijiste todo.
Un gran abrazo desde Córdoba, Argentina!

CC

Anónimo dijo...

evitaaaa no tengo internet en el nuevo piso,,,#ohhhhh ohhh me pasare no tan a menudo...
besooo
venus llama a mi puerta ummmmm y pa cuando vienes a edinburgo a vermeee ??????
besooo